Mi desesperación me llevó a probar lo desconocido: la Meditación Trascendental. Fue la primera puerta.
Luego llegaron el Método Silva, la Psicogenealogía Evolutiva, las Flores de Bach,
el Reiki, la Biodecodificación, y finalmente, la Hipnoterapia.
Cada paso me daba más claridad y fuerza para enfrentar el dolor y elegir la vida.